Humanae salutis
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     Cons­titución apostólica de Juan XXIII convocando el Concilio Ecueménico Vaticano II, del 25 de Diciembre de 1961. En ella se determina la decisión pontificia de celebrar tan magno acontecimiento, en parte justifica la convocatoria por las circunstancias del mundo moderno y la necesidad de la Iglesia de actualizarse y servir a los hombres. ("Être à la page" había dicho Pío XII; Juan XXIII prefería el término de "aggionamento")
    Se dan dos motivos: las circunstancias del mundo han cambiado intensamente y piden luz nueva. Y los cambios exigen que la Iglesia misma se actualice. Sin ello no podrá dar respuesta a los hombres de los tiempos presentes y de los inmedia­tos venideros.
    Determinó la novedad del Concilio, que no sería continuidad del Concilio Vaticano I y tendría su propia dinámica y reglamento. Anuncia que el acontecimiento estaba ya preparado por los grupos y comisiones que ya había trabajado. Señalaba las metas pastorales, y no priori­tariamente doctrinales, que deseaba el Papa que el Concilio siguiera.
    Invitaba a los hermanos Orientales separados a una presencia activa con miras a lograr la unión de todos los cristianos, que muchos e ellos también deseaban desde hacía mucho tiempo.
     Pedía muchas oraciones de todos los cristianos para que las luces divinas del Espíritu iluminara a todos los Obispos del mundo que con esta Constitución oficial­mente convocaba para el día de San Pedro de 1962.